González Urrutia y Machado, "hasta el final por la conquista de la democracia"
Los líderes opositores quieren que la comunidad mantengan el compromiso con la justicia.
Los líderes opositores de Venezuela María Corina Machado y Edmundo González Urrutia cierran 2024 con la vista puesta en el 10 de enero de 2025, fecha prevista para la toma de posesión del nuevo presidente, cargo que ellos reivindican para la oposición.
Lo último que González Urrutia -un diplomático de 75 años jubilado y de vida tranquila- imaginaba a principios de año era en ser el candidato presidencial con el beneplácito unánime del mayor bloque opositor para enfrentarse al actual mandatario, Nicolás Maduro, en una fecha que entonces ni se conocía.
Machado, ganadora de las primarias antichavistas en octubre de 2023 con más del 92 % de los votos y una dilatada carrera política a sus espaldas, sí barajaba todas las opciones y estrategias posibles, consciente de que la inhabilitación que le había impuesto la Contraloría General le impediría ser candidata.
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Machado, mente fría y carisma
La opositora recurrió ante el Supremo la inhabilitación, pero la medida fue ratificada, ante lo que ella respondió de manera contundente: "Lo que no se acaba es nuestra lucha por la conquista de la democracia a través de elecciones libres y limpias. Que nadie lo dude. Esto es hasta el final".
Así comenzó un año en el que Machado, con el paso de los meses, se iba ganando la confianza y el apoyo de quienes la menospreciaban, incluidos políticos antichavistas que la habían mirado con recelo.
La exdiputada, a la que todos los partidos que conforman la mayor coalición opositora -Plataforma Unitaria Democrática (PUD)- habían respaldado, se fijó una meta: la de conseguir un candidato de perfil bajo, que no fuera visto por el chavismo como un rival fuerte y que el Consejo Nacional Electoral (CNE) aceptara.
Y tras intentarlo con la académica Corina Yoris, que fue rechazada por el CNE, presentó sin alharacas al hombre tranquilo, sin pasado político ni hambre real de poder: Edmundo González Urrutia, el exembajador al que el año 2024 le cambió la vida.
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González Urrutia, mesura y discreción
Con un papel comedido y discreto, el diplomático -formalmente candidato desde marzo- asumió el rol secundario que estratégicamente tenía encomendado y, como él mismo reconoció en más de una ocasión, dejó todo el protagonismo a Machado, que tomó la batuta de manera firme y sin titubear.
De verbo sosegado, el exembajador llegó a verse sobrepasado por la repentina admiración que despertó de un día para otro en Venezuela y que no tardó en propagarse por países de todos los continentes.
Nunca perdió las formas, aunque sí la calma y la tranquilidad que lo habían acompañado los últimos años, desde que se jubiló para dedicarse de lleno a su familia y sus aficiones, entre las que destaca la lectura.
Pese a su intento de permanecer siempre como 'consorte', el anonimato ya era parte del pasado y, tras las elecciones, cuya victoria reivindica, sus cimientos se tambalearon y se vio obligado a abandonar el país por lo que consideró "persecución política y judicial".
Desde septiembre, exiliado en España, admite ser la cara visible de una causa que lleva por países europeos, donde políticos de ideologías dispares apoyan su reclamado triunfo, que -asegura- hará valer "a partir" del 10 de enero, fecha fijada para la toma de posesión de la Presidencia, que tanto él como Maduro pretenden asumir.
EFE